" Forget the haters cause somebody loves ya "

sábado, 7 de febrero de 2015

Imagina de Cameron





Un día que podrías considerar, normal, repetitivo y aburrido, podría llegar a convertirse en un día inesperado lleno de sorpresas que recordarás toda tu vida. Una sola cosa puede hacer que un día cambie por completo.


Soy _____ Hart y un día de vacaciones normal y corriente……….


"Maldiciendo por lo alto revolvía mi maleta de arriba abajo, rebuscando en todos los espacios posibles intentando encontrar mi nuevo bañador azul. Llevaba un día en California y hasta el momento, nada me había salido como había planeado meses atrás.


Para una chica de Bradford, como yo, ir a la playa era una novedad, sobre todo si nunca me había movido de la ciudad donde había nacido. A mis 18 años, podría considerar estar hasta las narices del maldito frio que hacía casi todo el año en Inglaterra y no me importó rogarles a mis padres para que me dejasen venir al viaje de fin de curso que había preparado mis amigas, con tal de saborear un poco el buen tiempo.


Todo iba bien hasta que el día anterior Leah, una de mis amigas, nos anunció al resto de que no vendría con nosotras por haberse roto el tobillo el día anterior mientras jugaba al jockey. Eso fue el detonante para que un montón de cosas no muy agradables pasasen en el corto periodo de dos días.


Primero, casi me olvido el pasaporte en casa, haciendo que mi padre condujera como un loco para traérmelo justo antes de que el avión despegase. Segundo, al solo ser tres las que viajábamos, ya que en un principio éramos cuatro, me tocó sentarme al lado de un niño de once años, que no dejaba de mirarme las tetas y hablarme de bobadas, haciendo caso omiso de mi cara de pocos amigos.  Tercero, el viaje se me hizo más largo de lo que esperaba y cuando me fui a levantar, me tropecé cayendo sobre el niño, cuyas suyas palabras fueron “Ya sabía yo que te encantaba”. ¡En serio, ese niño estaba demasiado desesperado para tener solo once años! Cuarto, cuando llegamos al hotel, nos avisaron que no encontraban nuestra reserva y que tendríamos que esperar hasta que encontrasen alguna habitación para dejarnos. Al final, arreglaron el problema y nos dieron una llave a cada una de cada habitación. Quinto, las maletas pesaban horrores y en ese momento los ascensores estaban en reparación haciendo que subiéramos por las escaleras hasta el piso 10. ¡El 10!


Solo recuerdo que cuando llegué a la habitación estaba tan reventada que me eché en la cama y no salí de allí para cenar o cualquier cosa. Livy e Iris, las amigas con las que vine, me vinieron a buscar para ir a cenar, pero lo único que recibieron, fueron unos gruñidos de mi parte que les decía lo cansada que estaba.


Solo pensar en todos estos factores, me hicieron darme cuenta de que la suerte, no estaba de mi parte en este viaje. Tantos meses haciéndome una película en mi cabeza de lo perfectas que iban a ser esas vacaciones, para que dos días malos, me bajasen al mundo real y me hiciesen esperar lo peor.


Mi maleta, por muchas vueltas que le diera, no podía hacer aparecer el único bañador que tenía y que seguro había dejado en el cajón del armario de mi habitación. Cuando, salí de casa en el coche sabía que me faltaba algo, tenía esa sensación, que no se puede explicar, pero que todos sentimos alguna vez. Cuando mi padre puso en mis manos el pasaporte, la sensación seguía ahí, pero la deje pasar, pensando que mis sentidos tenían efecto retardado, pero me confundí.


En ese momento, mi ropa se encontraba toda revuelta y mi moral por los suelos. Sin pensármelo dos veces, fui a la habitación de Livy para pedirle que me dejase uno de sus muchos bañadores o bikinis. A los pocos segundos de que mi mano aporreara la dicha puerta, mi amiga abrió esta toda sonriente, vestida tan solo con un bikini que poco más y se vería más de lo debido. Su mirada se dirigió a mis ojos inquietos y con una inclinación de cabeza me indicó que me adentrase en la habitación.


-¿Qué te has olvidado ya?-su pregunta no me extraño nada, ya que suelo ser la más olvidadiza de las tres. Siempre me tenía que pasar algo a mí.


-El bañador- le dije con mirada de cachorrito, para que su alma se ablandara aunque sea un poquito y que me dejara uno de los suyos. Livy, se podría decir que era una apasionada por la moda. Siempre se pasaba hablando de cosas sobre desfiles y nuevas temporadas que el resto, no sabíamos que decir al respecto. Y su gran obsesión por esta, la hacía bastante posesiva con sus prendas y nunca se las prestaba a nadie.


-Vale- su respuesta me dejó atónita.


-¿En serio?-le pregunté lentamente, esperando a que retirase lo dicho o que tan solo la haya escuchado mal.


-Sí, estamos en California y tú no tienes un maldito bikini- me dijo en reprimenda- Si no te presto uno, perderemos tiempo yendo a comprarte uno. Y hay que aprovechar estas vacaciones al máximo- mientras hablaba movía las manos de forma exagerada y comenzaba a revolver entre sus cosas buscando algo. No le respondí nada ante sus palabras, sabía que era mejor no reprocharla y así no tendría que gastar dinero de más.

Livy tardó más de diez minutos en encontrar un bikini que me sentará bien, ya que si uno, no iba con mi color de piel, otro no iba con mis ojos… bobadas. 


Al final, me terminó dejando un bikini, que para mi desgracia era demasiado pequeño, de color negro que se ajustaba a mi piel blanca. Me sentía incomoda, ya que nunca me había sentido tan expuesta.


-Livy, creo que este no me queda bien, se me van a salir las tetas en cualquier momento y la parte de abajo enseña mucho- le dije cruzándome de brazos y haciendo un puchero- ¿no tienes ningún bañador que tape bastante?


-No y te vas a quedar con ese, porque te queda “divino de la muerte”- sus últimas palabras las hizo poniendo voz de pija  exagerada.


-No, no me queda “divino de la muerte” como dices tú. Me ven mis padres así vestida y me mandan de vuelta a Bradford.


-Pero tus padres no están aquí- me dijo de forma pícara y dándome un azote me dijo- vamos, vete a ponerte algo encima de esto y prepara la mochila para la playa.


Y con esas palabras, me dio la ropa que llevaba antes puesta y me cerró la puerta en las narices. Allí estaba yo, en bikini en medio de un pasillo de un hotel. Dándome prisa, para que ningunos ojos me llegasen a ver, corrí hasta mi habitación, pero por desgracia la tarjeta se me cayó de las manos, debido a mi nerviosismo y anticipación, haciendo que perdiera más tiempo. Cuando, una vez recogidas las llaves, me encontraba a punto de entrar, un par de chicos aparecieron en el pasillo, que cuando fijaron la mirada en mí, comenzaron a gritar cosas en otro idioma. Más nerviosa de lo que estaba, introduje la tarjeta con nerviosismo,  y corrí hacia el interior de la habitación.


Nunca me había gustado llamar la atención. Si hubiera sido Livy la que estuviera en mi lugar se pondría a hablar con esos chicos aunque no entendiese nada, pero yo no era así.


Rápidamente me coloqué unos shorts blancos, junto a una blusa con estampado de flores y unas chanclas de color azul cielo.


Una vez vestida y preparada, cogí mi teléfono, que al desbloquearlo me dejó a la vista la imagen de Cameron Dallas. Un día normal, hace un año, que me encontraba en vine, fue ver uno suyo y me enamoré completamente. Desde ese momento, no dejaba de ver sus videos en youtube, sus vines, las fotos que subía al instagram, Expelled… todo. Me encantaban los magcon boys, pero Cameron era mi debilidad y en mi mente estaba convencida de que sería mi futuro marido. Mi habitación, se encontraba con varios posters de él. Mucha gente pensaba que estaba obsesionada, pero no, para mí era mi ídolo y a quien no le gustase que se aguantara.


El móvil me indicó que eran las doce y media de la mañana y que ya tendría que estar abajo en la entrada del hotel.


Rápidamente cogí mi mochila y con paso apresurado, me dirigí hacía el ascensor que ese día ya estaba disponible.


Cuando llegué a la entrada me encontré con mis dos amigas esperándome cansadas. La puntualidad nunca había sido mi fuerte y tendía siempre a llegar tarde a todos los sitios. Creo que lo heredé de mi madre, ya que siempre llegaba muy tarde, podía llegar a ser exasperante.


-Llegas…


-Tarde. Lo sé, no me lo restriegues- le dije a Iris con impaciencia- ¿Nos vamos ya o qué?


Me miraron como si no tuviese remedio y cogiéndome cada una de un brazo comenzamos a caminar por las calles llenas de California. El calor se sentía demasiado bien en mi piel y deseaba que hiciese ese tiempo en Inglaterra. Nuestro destino ese día era la playa, pero antes queríamos pasar por una especie de camino con tiendecitas turísticas para comprar todos los regalos, para la familia y amigos, el primer día y así nos lo quitaríamos de encima.


En la primera tienda, compramos una camiseta que ponía “I love California” para Leah, ya que queríamos que al menos tuviera un recuerdo de las vacaciones a las que no pudo ir.


En el resto de tiendas y tendederos, compramos pulseras, detallitos… un poco de todo, para que la gente que queríamos estuvieran contentos cada uno con su detallito.


Nos encontrábamos saliendo de la tienda cuando algo, mejor dicho alguien, me llamó la atención. No sabía si estaba soñando, alucinando o si era verdad lo que mis ojos estaban viendo. Cameron se encontraba allí. En medio de la calle acompañado con Bryant, que llevaba su cámara colgando de su cuello.


Los gritos de mis amigas llamándome, ya que no me movía nada, tan solo miraba con la boca abierta y mis ojos bien abiertos, llamaron la atención de esos dos chicos. Una gran emoción comenzó a crecer dentro de mí, haciendo que lágrimas saliesen de mis ojos y comenzase a sollozar. No me lo podía creer. Cameron estaba allí delante de mí y mirándome.


Cameron se acercó a mí y me abrazó fuertemente.  Yo lloraba de felicidad ante tal situación.


-Cameron…- dije haciendo que se separase de mí- ¿Puedo hacerme una foto contigo?


-Claro-me respondió con una gran sonrisa. Bryant ven- le llamó- haznos una foto.


Yo tan solo le agarré por la cintura y sonreía a la cámara todavía con resto de mis lágrimas en mis mejillas.  Iris aprovechó para hacernos una serie de fotos con su propia cámara.


Con una sonrisa enorme en mi cara le agradecí a Cameron por todo y le repetí como diez veces le quería a lo que él respondió que me quería él a mi más. Después de eso cada uno nos fuimos por nuestra cuenta, sin saber si nos veríamos otra vez, pero estaba segura de que ese había sido el mejor día de mi vida y que siempre iba a recordarlo por el resto de mis días" 
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Aquí os dejo un imagina de mi querido Cam. Espero que os haya gustado.
Besitooos.

*Aviso para los inmaduros de mi curso: Si no os gusta lo que escribo no entreis en este blog. A ver si madurais un poco. Que dejando comentarios como " No me extraña que no haya cometarios... se que te duele, mi puto barrio, tu PUTA MIERDA", "Laura, yo no te juzgo pero esto es un puto truño de perro, si te dedicaras a estudiar te iria mejor en la vida, besitos :*" o "Este blog da más sida que el Harry Styles" encima como anonimos, lo único que muestra es lo falsos y rastreros que sois. A mí sinceramente no me importa, ya que los comentarios los he borrado, pero si no teneís la personalidad suficiente para dejar que la gente que sí la tenga se pueda expresar libremente, es que teneis un serio problema. Con cariño, Laura. 

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