Un día que podrías considerar, normal, repetitivo y aburrido, podría llegar a convertirse en un día inesperado lleno de sorpresas que recordarás toda tu vida. Una sola cosa puede hacer que un día cambie por completo.
Soy _____ Hart y un día de vacaciones normal
y corriente……….
"Maldiciendo por lo alto revolvía mi maleta de
arriba abajo, rebuscando en todos los espacios posibles intentando encontrar mi
nuevo bañador azul. Llevaba un día en California y hasta el momento, nada me
había salido como había planeado meses atrás.
Para una chica de Bradford, como yo, ir a la
playa era una novedad, sobre todo si nunca me había movido de la ciudad donde
había nacido. A mis 18 años, podría considerar estar hasta las narices del
maldito frio que hacía casi todo el año en Inglaterra y no me importó rogarles
a mis padres para que me dejasen venir al viaje de fin de curso que había
preparado mis amigas, con tal de saborear un poco el buen tiempo.
Todo iba bien hasta que el día anterior Leah,
una de mis amigas, nos anunció al resto de que no vendría con nosotras por
haberse roto el tobillo el día anterior mientras jugaba al jockey. Eso fue el
detonante para que un montón de cosas no muy agradables pasasen en el corto
periodo de dos días.
Primero, casi me olvido el pasaporte en casa,
haciendo que mi padre condujera como un loco para traérmelo justo antes de que
el avión despegase. Segundo, al solo ser tres las que viajábamos, ya que en un
principio éramos cuatro, me tocó sentarme al lado de un niño de once años, que
no dejaba de mirarme las tetas y hablarme de bobadas, haciendo caso omiso de mi
cara de pocos amigos. Tercero, el viaje
se me hizo más largo de lo que esperaba y cuando me fui a levantar, me tropecé
cayendo sobre el niño, cuyas suyas palabras fueron “Ya sabía yo que te encantaba”. ¡En serio, ese niño estaba
demasiado desesperado para tener solo once años! Cuarto, cuando llegamos al
hotel, nos avisaron que no encontraban nuestra reserva y que tendríamos que
esperar hasta que encontrasen alguna habitación para dejarnos. Al final,
arreglaron el problema y nos dieron una llave a cada una de cada habitación.
Quinto, las maletas pesaban horrores y en ese momento los ascensores estaban en
reparación haciendo que subiéramos por las escaleras hasta el piso 10. ¡El 10!
Solo recuerdo que cuando llegué a la
habitación estaba tan reventada que me eché en la cama y no salí de allí para
cenar o cualquier cosa. Livy e Iris, las amigas con las que vine, me vinieron a buscar para ir a cenar, pero lo único que recibieron,
fueron unos gruñidos de mi parte que les decía lo cansada que estaba.
Solo pensar en todos estos factores, me
hicieron darme cuenta de que la suerte, no estaba de mi parte en este viaje. Tantos
meses haciéndome una película en mi cabeza de lo perfectas que iban a ser esas
vacaciones, para que dos días malos, me bajasen al mundo real y me hiciesen esperar
lo peor.
Mi maleta, por muchas vueltas que le diera,
no podía hacer aparecer el único bañador que tenía y que seguro había dejado en
el cajón del armario de mi habitación. Cuando, salí de casa en el coche sabía
que me faltaba algo, tenía esa sensación, que no se puede explicar, pero que
todos sentimos alguna vez. Cuando mi padre puso en mis manos el pasaporte, la
sensación seguía ahí, pero la deje pasar, pensando que mis sentidos tenían
efecto retardado, pero me confundí.
En ese momento, mi ropa se encontraba toda
revuelta y mi moral por los suelos. Sin pensármelo dos veces, fui a la
habitación de Livy para pedirle que me dejase uno de sus muchos bañadores o
bikinis. A los pocos segundos de que mi mano aporreara la dicha puerta, mi
amiga abrió esta toda sonriente, vestida tan solo con un bikini que poco más y
se vería más de lo debido. Su mirada se dirigió a mis ojos inquietos y con una
inclinación de cabeza me indicó que me adentrase en la habitación.
-¿Qué te has olvidado ya?-su pregunta no me
extraño nada, ya que suelo ser la más olvidadiza de las tres. Siempre me tenía
que pasar algo a mí.
-El bañador- le dije con mirada de
cachorrito, para que su alma se ablandara aunque sea un poquito y que me dejara
uno de los suyos. Livy, se podría decir que era una apasionada por la moda.
Siempre se pasaba hablando de cosas sobre desfiles y nuevas temporadas que el
resto, no sabíamos que decir al respecto. Y su gran obsesión por esta, la hacía
bastante posesiva con sus prendas y nunca se las prestaba a nadie.
-Vale- su respuesta me dejó atónita.
-¿En serio?-le pregunté lentamente, esperando
a que retirase lo dicho o que tan solo la haya escuchado mal.
-Sí, estamos en California y tú no tienes un
maldito bikini- me dijo en reprimenda- Si no te presto uno, perderemos tiempo
yendo a comprarte uno. Y hay que aprovechar estas vacaciones al máximo-
mientras hablaba movía las manos de forma exagerada y comenzaba a revolver
entre sus cosas buscando algo. No le respondí nada ante sus palabras, sabía
que era mejor no reprocharla y así no tendría que gastar dinero de más.
Livy tardó más de diez minutos en encontrar
un bikini que me sentará bien, ya que si uno, no iba con mi color de piel, otro
no iba con mis ojos… bobadas.
Al final, me terminó dejando un bikini, que
para mi desgracia era demasiado pequeño, de color negro que se ajustaba a mi
piel blanca. Me sentía incomoda, ya que nunca me había sentido tan expuesta.
-Livy, creo que este no me queda bien, se me
van a salir las tetas en cualquier momento y la parte de abajo enseña mucho- le
dije cruzándome de brazos y haciendo un puchero- ¿no tienes ningún bañador que
tape bastante?
-No y te vas a quedar con ese, porque te
queda “divino de la muerte”- sus últimas palabras las hizo poniendo voz de
pija exagerada.
-No, no me queda “divino de la muerte” como
dices tú. Me ven mis padres así vestida y me mandan de vuelta a Bradford.
-Pero tus padres no están aquí- me dijo de
forma pícara y dándome un azote me dijo- vamos, vete a ponerte algo encima de
esto y prepara la mochila para la playa.
Y con esas palabras, me dio la ropa que
llevaba antes puesta y me cerró la puerta en las narices. Allí estaba yo, en
bikini en medio de un pasillo de un hotel. Dándome prisa, para que ningunos
ojos me llegasen a ver, corrí hasta mi habitación, pero por desgracia la
tarjeta se me cayó de las manos, debido a mi nerviosismo y anticipación,
haciendo que perdiera más tiempo. Cuando, una vez recogidas las llaves, me
encontraba a punto de entrar, un par de chicos aparecieron en el pasillo, que
cuando fijaron la mirada en mí, comenzaron a gritar cosas en otro idioma. Más
nerviosa de lo que estaba, introduje la tarjeta con nerviosismo, y corrí hacia el interior de la habitación.
Nunca me había gustado llamar la atención. Si
hubiera sido Livy la que estuviera en mi lugar se pondría a hablar con esos
chicos aunque no entendiese nada, pero yo no era así.
Rápidamente me coloqué unos shorts blancos,
junto a una blusa con estampado de flores y unas chanclas de color azul cielo.
Una vez vestida y preparada, cogí mi
teléfono, que al desbloquearlo me dejó a la vista la imagen de Cameron Dallas.
Un día normal, hace un año, que me encontraba en vine, fue ver uno suyo y me enamoré
completamente. Desde ese momento, no dejaba de ver sus videos en youtube, sus
vines, las fotos que subía al instagram, Expelled… todo. Me encantaban los
magcon boys, pero Cameron era mi debilidad y en mi mente estaba convencida de
que sería mi futuro marido. Mi habitación, se encontraba con varios posters de
él. Mucha gente pensaba que estaba obsesionada, pero no, para mí era mi ídolo y
a quien no le gustase que se aguantara.
El móvil me indicó que eran las doce y media
de la mañana y que ya tendría que estar abajo en la entrada del hotel.
Rápidamente cogí mi mochila y con paso
apresurado, me dirigí hacía el ascensor que ese día ya estaba disponible.
Cuando llegué a la entrada me encontré con
mis dos amigas esperándome cansadas. La puntualidad nunca había sido mi fuerte
y tendía siempre a llegar tarde a todos los sitios. Creo que lo heredé de mi
madre, ya que siempre llegaba muy tarde, podía llegar a ser exasperante.
-Llegas…
-Tarde. Lo sé, no me lo restriegues- le dije
a Iris con impaciencia- ¿Nos vamos ya o qué?
Me miraron como si no tuviese remedio y
cogiéndome cada una de un brazo comenzamos a caminar por las calles llenas de
California. El calor se sentía demasiado bien en mi piel y deseaba que hiciese
ese tiempo en Inglaterra. Nuestro destino ese día era la playa, pero antes
queríamos pasar por una especie de camino con tiendecitas turísticas para
comprar todos los regalos, para la familia y amigos, el primer día y así nos lo
quitaríamos de encima.
En la primera tienda, compramos una camiseta
que ponía “I love California” para Leah, ya que queríamos que al menos tuviera
un recuerdo de las vacaciones a las que no pudo ir.
En el resto de tiendas y tendederos,
compramos pulseras, detallitos… un poco de todo, para que la gente que
queríamos estuvieran contentos cada uno con su detallito.
Nos encontrábamos saliendo de la tienda
cuando algo, mejor dicho alguien, me llamó la atención. No sabía si estaba
soñando, alucinando o si era verdad lo que mis ojos estaban viendo. Cameron se
encontraba allí. En medio de la calle acompañado con Bryant, que llevaba su
cámara colgando de su cuello.
Los gritos de mis amigas llamándome, ya que
no me movía nada, tan solo miraba con la boca abierta y mis ojos bien abiertos,
llamaron la atención de esos dos chicos. Una gran emoción comenzó a crecer
dentro de mí, haciendo que lágrimas saliesen de mis ojos y comenzase a
sollozar. No me lo podía creer. Cameron estaba allí delante de mí y mirándome.
Cameron se acercó a mí y me abrazó
fuertemente. Yo lloraba de felicidad
ante tal situación.
-Cameron…- dije haciendo que se separase de
mí- ¿Puedo hacerme una foto contigo?
-Claro-me respondió con una gran sonrisa.
Bryant ven- le llamó- haznos una foto.
Yo tan solo le agarré por la cintura y
sonreía a la cámara todavía con resto de mis lágrimas en mis mejillas. Iris aprovechó para hacernos una serie de
fotos con su propia cámara.
Con una sonrisa enorme en mi cara le agradecí
a Cameron por todo y le repetí como diez veces le quería a lo que él respondió
que me quería él a mi más. Después de eso cada uno nos fuimos por nuestra
cuenta, sin saber si nos veríamos otra vez, pero estaba segura de que ese había
sido el mejor día de mi vida y que siempre iba a recordarlo por el resto de mis
días"
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Aquí os dejo un imagina de mi querido Cam. Espero que os haya gustado.
Besitooos.
*Aviso para los inmaduros de mi curso: Si no os gusta lo que escribo no entreis en este blog. A ver si madurais un poco. Que dejando comentarios como " No me extraña que no haya cometarios... se que te duele, mi puto barrio, tu PUTA MIERDA", "Laura, yo no te juzgo pero esto es un puto truño de perro, si te dedicaras a estudiar te iria mejor en la vida, besitos :*" o "Este blog da más sida que el Harry Styles" encima como anonimos, lo único que muestra es lo falsos y rastreros que sois. A mí sinceramente no me importa, ya que los comentarios los he borrado, pero si no teneís la personalidad suficiente para dejar que la gente que sí la tenga se pueda expresar libremente, es que teneis un serio problema. Con cariño, Laura.
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